30 septiembre 2010

Leyendo los labios, una joven sorda se graduó de arquitecta en Armenia



Además, Jennifer Cañaveral espera terminar un curso de inglés para iniciar un postgrado en Europa.

A sus 25 años, Jennifer Cañaveral  nunca ha escuchado una palabra, pues perdió totalmente la audición por una meningitis que sufrió cuando sólo tenía nueve meses.

Ella se comunica leyendo los labios y percibe los sonidos por medio de las vibraciones.
La limitación de Jennifer no fue impedimento para que obtuviera hoy su título como arquitecta, que le otorgó la Universidad La Gran Colombia de Armenia.

Apenas empezó a sonar el Himno Nacional, en el protocolo de graduación, Jennifer, que nació en Cali, pero que vive en Armenia, se paró y empezó a cantar las estrofas del símbolo patrio, como si escuchara los versos que un día Núñez escribió.

Desde los dos años, la hoy arquitecta reconoce los sonidos por medio de la vibración y se comunica con los demás, a través de la lectura labio-facial. Es decir, que para que Jennifer entienda lo que alguien está hablando, debe mirarlo fijamente a los labios.
Con esta técnica, la de leer los labios, la joven culminó todos sus estudios en instituciones para personas oyentes.  Ella recuerda que las dos etapas más difíciles de superar fueron la primaria, cuando la cambiaron de ciudad y de colegio, y la universidad donde se enfrentó a nuevas experiencias.
Para Jennifer, estos 10 semestres fueron muy duros, pues cuenta que le tocó vivir todo tipo de momentos tristes y dolorosos, incluyendo el rechazo por parte de algunos de sus compañeros.
"Por eso siempre hice mis trabajos sola, pues ellos pensaban que yo  no entendía nada, que conmigo no se podía entablar una conversación y mucho menos trabajar para alguna entrega o proyecto", narra con tristeza.
Pero poco a poco y doblando esfuerzos, Jennifer logró ganarse el respeto de sus compañeros y de los profesores a quienes también les tocó aprender mucho de ella.
"En los primeros semestres Jennifer nos escribía en papelitos las dudas que tenía, desde su inicio fue una estudiante con ansias de conocimiento, por esa razón a mí también me tocó aprender la lectura labio-facial, para comprender todo lo que ella reclamaba", recuerda Arbey Fernández Cruz, profesor de ética profesional de la Universidad la Gran Colombia.
Aunque Jennifer no tiene una pronunciación perfecta, no tuvo lío cuando sustentó, frente a tres profesores 'cuchillas', su proyecto de grado al que llamó 'Intervenciones Urbanas Integrales en el Sector de la Florida (Armenia)'.
"Me tardó un año terminar este proyecto, ya que también tuve que hacerlo sola", manifiesta con orgullo.
Para Jennifer, su familia fue incondicional y gracias a ellos consiguió lo que hoy tiene.  "Recuerdo que mi mamá me enseñaba a gesticular y a memorizar las vibraciones de los sonidos, a ella le debo todo", dice la arquitecta.
Jennifer siempre fue de muy pocos amigos, pero en su ceremonia de grado estaba David Moreno, su mejor amigo. "La conozco desde los dos años, siempre hubo respaldo más como hermanos que como amigos, yo pienso que Jennifer nos demuestra que las discapacidades no existen, que todo en la vida se puede si se quiere", dijo David, quien además recordó que cuando niño le tocó defenderla de quienes la querían molestar.
Los planes de estudio y superación para esta joven no terminaron con su título de grado. Ella espera terminar un curso intensivo de inglés, que le abrirá las puertas para ingresar a un posgrado en Europa.
YEISON GUALDRÓN Para EL TIEMPO
ARMENIA

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